La acción tiene lugar en Babilonia y Jerusalén en el año 560
a.C.
Durante el
tiempo en el que el pueblo de Israel estuvo en una delicada paz con sus
vecinos, Ismaele fue un embajador que despertó sin querer el amor de la hija
del rey Nabuccondonosor, el rey de Babilonia. Ella estaba muy enamorada de él y
era muy celosa. Pero Ismaele se había enamorado de la otra hija del rey,
llamada Fenena, que se fue a vivir con él a Jerusalén.
Mientras
tanto, Nabuccondonosor, el rey, decidió invadir con sus tropas Jerusalén. Allí
vivía su hija Fenena con Ismaele, muy enamorados los dos. Vivían felices y
comían perdices. Los israelitas vieron cómo los babilonios se acercaron a
Jerusalén para atacarles y se reunieron todos en el templo para protegerse.
Zaccaria, el sacerdote, encuentra la solución para impedir la invasión: en
cuanto llegara el rey babilonio, amenazaría la vida de su hija Fenena con un
puñal y así obligaría al rey a retroceder.
Con esta
idea, el sacerdote reconforta a su pueblo, los israelitas: está convencido de
que esa solución les va a salvar de la invasión. Hace venir a Fenena y la
conserva junto a él para negociar la evacuación de los babilonios si llegara a
hacerse necesario. Ismaele, que ama tanto a Fenena, está a su lado.
En efecto,
llegan los babilonios, precedidos por la agresiva hija del rey, Abigaille, que
está muy celosa de su hermana. Abigaille ha llegado en busca de Ismaele del que
está profundamente enamorada. Pero éste ama a su hermana Fenena y no quiere
entablar relaciones con Abigaille, cosa que despierta su furor.
Entonces
entra Nabucco en el templo de Jerusalén. Zaccaria intenta poner en práctica su
plan, amenazando la vida de Fenena con un puñal. Pero Ismaele, que desconocía
el plan, le quita el puñal, porque piensa que de verdad quiere matar a su
amada. Zaccaria ha perdido su juego y los babilonios ocupan el templo. Los
restantes israelitas miran con desprecio a Ismaele, a quien consideran un
traidor. El orgulloso rey de los babilonios lo lleva a exigir que los judíos le
rindan honores, proclamándose dios, cuando al punto, un rayo celeste lo derriba
y le hace perder la corona. Su hija Abigaille la recoge rápido.
Con la
corona en las manos, Abigaille cierra un pacto con el Gran Sacerdote de los
babilonios para destituir a Nabucco y nombrarse ella como reina de Babilonia. Y
así de esta manera, ordena matar a todos los israelitas. También ordena
encarcelar a su padre Nabucco, a pesar de las súplicas de éste, que trata de
evitar que maten a su hija Fenena y que es al mismo tiempo hermana de la
proclamada reina. Solamente mandará ella.
Junto al
río Eufrates, los israelitas trabajan como esclavos mientras esperan la muerte.
Es el momento del célebre coro Va, pensiero. Zaccaria, el sacerdote,
reconforta a su pueblo y le anima a creer en su futuro. *** Preguntamos si hay
amigos y amigas de la ópera entre el público y si se animan a cantarnos esa
parte. Luego visualizamos el video y animamos a los comensales a que vayan
leyendo su traducción en castellano mientras escuchan.
Nabucco se
da cuenta de la situación de su hija Fenena y de su situación también como
preso y entonces le pide perdón al Dios de Judá y se convierte a su fe.
Reconfortado por esta acción, se dispone a romper el dominio de su hija e ir a
luchar. Su fiel escudero le trae su espada y un grupo de hombres que le son
fieles le ayudan.
Cuando Fenena es llevada junto a los judíos para su
ejecución, Nabucco y sus soldados los salvan. Entonces entra Abigaille,
moribunda porque se ha envenenado y le pide perdón a su padre y a su hermana
por el terrible daño que les ha causado. Y así muere invocando al rey de
Israel.
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